El niño autista puede sufrir un trastorno alimentario pediátrico, definido por una absorción oral de alimentos alterado.

El trastorno del espectro autista se diagnostica con mayor frecuencia en la primera infancia, alrededor de los dos años. Además de su impacto en la capacidad de comunicarse y relacionarse con los demás, puede ser la causa del trastorno alimentario pediátrico. Trastornos autistas del habla.

El feto desarrolla el sentido el gusto y el olfato muy temprano. Así, el recién nacido y atiene una cierta experiencia de sabores, que orienta sus preferencias alimentarias. La oralidad es el fundamento del ser.

“Desde la semana 12, el feto se chupa la lengua y traba. La oralidad es un marcador cualitativo de la maduración cortical, función respiratoria, digestiva y cardiaca. Es también un marcador de apego: la boca es el punto de partida de los reflejos más elementales. Un lugar donde emerge la calma y la seguridad que el niño necesita para dormir”.

Desde una posición sentada

La comida y la oralidad verbal están íntimamente ligadas. Cuando el niño pequeño aprende a sentarse, usa los ojos junto con las manos. Esta nueva postura influye en el lenguaje: el niño toma la comida y se la lleva a la boca.

Por lo tanto, el niño autista puede sufrir un trastorno alimentario pediátrico (PED, por sus siglas en inglés), definido por una absorción oral de alimentos alterados, que no es apropiado para su edad y está asociado con una disfunción médica, nutricional, de las habilidades alimentarias y/o psicosociales.

Los síntomas varían según el niño: ansioso a la hora de comer, falta de lugar al comer, dificultad para tomar líquidos del biberón o del pecho, rechazo constante a determinadas texturas o alimentos, rechazo a la diversificación…

Distinto de la neofobia alimentaria y el trastorno alimentario, la DPP puede estar relacionada (o no) con malformación de la esfera bucal o con un trastorno cognitivo. Debe ser diagnosticada precozmente por un equipo multidisciplinar (médico, logopeda, psicólogo, terapeuta ocupacional, etc.). Alrededor del 10 al 15% de los niños menores de tres años la padecen.

“La observación de la ingesta de alimentos es fundamental. En algunos casos, cuando el niño tiene una discapacidad neuromotora: por ejemplo, la lengua puede estar retraída, muy hacia atrás”.

Crea rituales y tranquiliza

La hiper o hipoactividad, la fatiga, el déficit en la imitación y los problemas posturales no son infrecuentes en las personas con trastorno del espectro autista. Para apoyarlos en temas de expresión oral (comida, lenguaje), hay que ayudar a crear rituales. Haz las mismas cosas otra vez.

Los niños autistas necesitan tranquilidad, modelos a seguir. Comer en grupo puede ayudar a aprender observando a los demás. También puede ayudar a algunos niños a salir de algún tipo de obsesión por la comida.

“No es raro ver a los niños con autismo evitar ciertos colores o comer alimentos de un solo color. Comer con ellos puede ayudaros a salir de este tipo de TOC”.

En particular, se identifican y tratan las anomalías de deglución, masticación y ventilación. Lo mismo para el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) y los trastornos del sueño.

Nuestro papel es, además, educar a estos niños en el gusto. La educación oral gnoso-práctica debe llevarse a cabo a cabo lo antes posible. Debemos adaptarnos al ritmo y las necesidades de cada paciente e interventor siempre en colaboración con la familia, teniendo en cuenta su singularidad y su historia.