Trastorno del espectro autista: predicción de las interacciones de un niño con un perro de servicio
El uso de animales en autismo es prometedor para el desarrollo psicosocial de niños con trastorno del espectro autista (TEA). Pero no todos estos niños están interesados en el animal en la misma medida y, por lo tanto, obtienen diferentes beneficios de él. En este artículo, publicado en la revista Journal of Autism and Developmental Disorders, los científicos han demostrado un vínculo entre el interés de un niño con TEA en interactuar con un perro de servicio y su atención visual a otros seres humanos.
Los niños con trastorno del espectro autista (TEA) pueden encontrar dificultades en tres áreas principales:
- comunicación (dificultades que afectan el lenguaje, la atención, juegos visuales),
- interacciones sociales, marcadas por un interés limitado en los demás y dificultad para establecer una relación, y/o
- comportamiento motor y verbal repetitivo.
De estos tres tipos principales de dificultad, las que afectan a las interacciones sociales son centrales. Para remediarlo, entre los enfoques que no requieren medicación, el uso de mascotas o animales especialmente entrenados (perros de servicio) es una vía cada vez más explotada. Múltiples estudios han demostrado que interactuar con un animal tiene muchos beneficios en varios aspectos del desarrollo de los niños con TEA:
- desarrollo motor,
- desarrollo social,
- desarrollo emocional y empático.
Se ríen con más frecuencia y hablan con más facilidad de los animales con los que interactúan (caricias, palabras, etc.). esto a su vez facilita el desarrollo de sus habilidades sociales y su capacidad de relacionarse con otros seres humanos. Sin embargo, estos felices resultados deben calificarse según la gravedad del trastorno y la variabilidad de los síntomas de un niño a otro. En los casos más graves, la falta de interés del niño por la interacción se extiende también al animal que se le presenta.
La mirada es particularmente importante para establecer y mantener interacciones. La mayoría de los niños con TEA evitan, por ejemplo, mirar a los ojos a sus interlocutores, lo que repercute directamente en la comunicación con los demás y la atención conjunta, lo que genera importantes dificultades sociales. Por lo tanto, a los científicos les pareció interesante estudiar las interacciones de estos niños con los animales, y más particularmente los juegos de la mirada. Las alteraciones de este juego, observadas frente a los seres humanos, ¿se reproducen en estos niños cuando se enfrentan a animales? ¿Y podemos encontrar un vínculo entre la forma en que estos niños miran al perro y la forma en que interactúa con él?
Para responder a estas preguntas, los investigadores, en colaboración con la fundación Mira, montaron dos experimentos, en un entorno controlado. La sala, equipada con cámaras para estudiar las interacciones de los niños, contenía varios juegos, así como objetos que permitían jugar con el perro o cuidarlo.
En el primer experimento, hicieron arreglos para que un perro de servicio en entrenamiento, traído por un evaluador, se encontrara con un niño con TEA y acompañado por miembros de la familia. Estas observaciones confirmaron el interés predominantemente positivo de los niños con trastorno del espectro autista hacia los perros. Este último fue el que más centró la atención de los niños (en comparación con los miembros de la familia o los objetos en la habitación). El contacto físico (caricias) ocupaba en promedio una cuarta parte del tiempo en presencia del perro. Cuando los niños hablaban con el perro, era esencialmente para darle órdenes: “sentado”, “tumbado”, “de pie”, … Para el segundo experimento, el entorno permaneció generalmente igual, con la adición de gafas de seguimiento ocular que usaba el niño.
Combinando el resultado de los dos estudios, los científicos encontraron que cuanto más mira el niño con TEA a otros humanos presentes (su padre y el asesor), más interactuará con el perro de servicio, mientras que un mayor interés en los objetos resultará en menos interacciones con el perro. Por tanto, este estudio muestra que la forma en que un niño con TEA interactúa con un animal podría estar asociada con su atención visual y, más concretamente, con su atención social. Los procesos implicados en la interacción con el animal no estarían totalmente disociados de los aplicados, al menos visualmente, en la interacción con el humano en el niño con TEA.
Este descubrimiento abre vías prometedoras para las personas con TEA y la implicación del animal en su cuidado. También ofrece nuevas vías de reflexión, al señalar la atención visual como vía a explorar en la investigación sobre los orígenes de los beneficios de los animales para los niños con TEA. Los resultados de este estudio apoyan la idea de que, en el proceso de toma de decisiones para la asignación de un perro de asistencia, los organismos implicados deberían, además de considerar cómo interactúa el niño con el perro, prestar especial atención a cómo mira a los demás.
Para saber más:
Dollion N, Toutain M, François N, Champagne N, Plusquellec P, Grandgeorge M.
J Autism Dev Disord. 30 septembre 2021. doi: 10.1007/s10803-021-05293-1
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