En el trastorno alimentario en autismo, se debe desarrollar un planteamiento y una valoración global de las dificultades en torno a la comida, así como un acompañamiento.
Muchos niños con autismo tienen trastornos de la alimentación. Para comprender los temas y problemas desde el punto de vista de la terapia ocupacional, en lo referente a autismo y trastornos alimentarios, se debe desarrollar un planteamiento y una valoración global de las dificultades en torno a la comida, así como un acompañamiento.
Es importante una valoración global de los trastornos alimentarios: dificultades en torno a la comida y apoyo. La idea es ofrece apoyo en torno a la persona (valoración de sus capacidades), su entorno (propuesta de adaptaciones) y la comida (estableciendo orientaciones terapéuticas).
¿Cuáles son los principales trastornos alimentarios?
En primer lugar, las señales de alarma de un trastorno alimentario son: no come, come poco, es selectivo, las comidas son imposibles, adelgaza. Las dificultades en la alimentación aparecen cuando se ha producido una ruptura en el desarrollo del niño: un trastorno orgánico, un trastorno del desarrollo, un trastorno psicógeno.
Los principales problemas son:
- Orgánicos: no puede comer por un motivo funcional (trastornos de la deglución o de la motricidad).
- Sensoriales: que impiden que el niño utilice sus sentidos para comer y desarrollar su alimentación.
- Funcionales: no sabe cómo hacerlo.
- Psicógenos y conductuales: se niega a hacerlo y/o tiene miedo de hacerlo.
¿Cuáles son los problemas para las personas con autismo?
La persona con autismo que tiene trastornos de la alimentación desarrollará hiperselectividad con rigidez sobre lo que aceptará comer. Podemos encontrarnos con familias en apuros con un retraimiento social, porque es imposible que su hijo coma en otro lugar que no sea en casa. O bien, es posible que todavía tenga que usar la misma cuchara o comer la misma comida todo el tiempo.
Autismo y trastornos alimentarios: ¿cuáles son las etapas clave del tratamiento?
Es fundamental contactar con profesionales que hayan sido formados en trastornos de la oralidad alimentaria, pero que también tengan un buen conocimiento del seguimiento de niños con TEA. Luego, es necesario realizar una valoración completa: orgánica, funcional, sensorial y análisis del panel alimentario, las adaptaciones y el marco de la comida.
Es entonces necesario fijar objetivos específicos que sean fáciles de alcanzar de acuerdo con la familia y el paciente. Por ejemplo, poder cambiar de cuchara, introducir un primer alimento, permitir que alguien que no sea la madre o el padre dé de comer…
Para aprehender un nuevo alimento, es fundamental utilizar todos los sentidos. Empezamos mirándolo, luego podemos tocarlo para entender su textura. Luego, lo oleremos (lo que, ya de por sí, nos permite acercar la comida a nuestra boca). Lo pondremos en sus labios, en su boca, en su lengua, lo esconderemos en su boca y, finalmente, podremos masticarlo y tragarlo… Cada paso lleva tiempo. Avanzamos al ritmo del niño sin saltarnos pasos. Para acompañar los trastornos de la oralidad alimentaria, ¡damos pequeños pasos como hormigas…!
¿Cuáles son las herramientas clave para padres o profesionales?
- Hacer una evaluación general.
- Construir sobre cosas que funcionan. Por ejemplo, si el niño solo comer un tipo de pasta, ya podemos comenzar a diversificar las formas de pasta. Todo sin cambiar la apariencia, el sabor o la textura.
- Tomarse su tiempo.
- No “quemar” las etapas.
- Solo cambiar un criterio a la vez.
Esto no es rehabilitación. Pero el apoyo a los padres con orientación y recomendaciones terapéuticas es imprescindible. Los padres son socios esenciales para el éxito da la orientación.
Autismo y trastornos alimentarios
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