El autismo es un trastorno del neurodesarrollo, es decir, es parte de un grupo de trastornos que comienzan temprano en la vida.

El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo. Es decir, es parte de un grupo de trastornos que comienzan temprano en la vida. Hablamos de un “espectro” autista, porque la definición agrupa diversas manifestaciones clínicas, con diferentes niveles de gravedad, caracterizadas por anomalías en el desarrollo de las habilidades sociales, comunicativas y conductuales.

Este trastorno autista ocurre desde los primeros años de vida, y es causado tanto por factores genéticos como ambientales.

El término autismo fue introducido en 1943 por Leo Kanner. Desde entonces, el conocimiento del trastorno autista ha evolucionado. Y, dada su heterogeneidad, hasta hace poco existía distinciones en cuatro subtipos, incluyendo el síndrome de Asperger y el subtipo no especificado. Actualmente, sin embargo, estos temas se vuelven a considerar un concepto unitario.

El impacto del trastorno autista en la vida de los pacientes y sus familias es significativo y duradero, aunque le grado de discapacidad puede variar ampliamente.

El trastorno del espectro autista, generalmente, se reconoce en la primera infancia, y continúa durante la vida adulta. Aunque el nivel de gravedad puede verse alterado, en gran medida, por la experiencia y la educación.

Aproximadamente 6 de cada 1.000 niños tienen este trastorno autista, que es cuatro veces más diagnosticado en los niños. Sin embargo, cuando aparece en las niñas, suele ser más grave.

Causas y factores de riesgo en el trastorno del espectro autista

Actualmente, se cree que el trastorno del espectro autista (TEA) es un síndrome conductual causado por uno o más factores genéticos y ambientales que afectan al sistema nervioso central.

Actualmente, se cree que el trastorno del espectro autista es un síndrome de comportamiento causado por uno o más factores genéticos y ambientales que actúan sobre el sistema nervioso central.

Los genes

Los estudios genéticos realizados en familias han demostrado que los parientes de primer grado de las personas afectadas tienen entre un 20 y un 80 por ciento más de probabilidades de desarrollar el trastorno del espectro autista (TEA) que las personas que no tienen parientes afectados.

Los estudios realizados en gemelos muestran que el 60% de los gemelos monocigóticos (que por lo tanto tienen la misma estructura genética) comparten un diagnóstico de autismo. También existe una estrecha asociación con patologías genéticas como el síndrome de X frágil y la esclerosis tuberosa.

Todo ello ha permitido comprender que existen aspectos genéticos que llevan a una fuerte predisposición al trastorno autista. Al estudiar estas causas genéticas fue posible identificar la participación de una serie de genes que están involucrados en el paso de información entre neuronas cerebrales, en particular, en la actividad del glutamato.

El entorno

En cuanto al componente ambiental, varios estudios han demostrado que las complicaciones pre, peri y neonatales ocurren con frecuencia en los niños con autismo (más que en el resto de la población).

Otros factores de riesgo ambientales son la alta edad del padre y la madre en el momento de la gestación. El nacimiento extremadamente prematuro (menos de 26 semanas).

En las últimas décadas se ha prestado especial atención al posible papel etiopatogenético de las vacunaciones posnatales. Sin embargo, los datos disponibles no apoyan esta hipótesis.

Tratamiento del trastorno del espectro autista

Reducir los comportamientos destructivos y promover el aprendizaje, particularmente en las áreas de adquisición del lenguaje y comunicación.

Los objetivos del tratamiento para los niños con trastorno del espectro autistas son: reducir las conductas destructivas y promover el aprendizaje, particularmente en las áreas de adquisición del lenguaje y comunicación.

Los niños autistas pueden requerir una educación especial, intensiva y altamente estructurada. También se benefician de la terapia conductual, caracterizada por programas conductuales intensivos, de 20 a 40 horas semanales. Dirigidos a la edad preescolar, destinados a mejorar las habilidades intelectuales, el lenguaje y las conductas adaptativas.

En el tratamiento conductual de niños con trastorno del espectro autista, la participación de la familia es fundamental. En este sentido, se pueden proponer intervenciones psicoeducativas encaminadas a explicar mejor las características del trastorno y las conductas a adoptar. Por ejemplo, hay momentos en los que los estímulos ambientales son demasiados para el niño, que podría tener excesos de ira o agitación. Reconocerlos y evitarlos mejora su comportamiento.

Además, en algunos casos, se pueden proponer intervenciones de apoyo psicológico, ya que también es necesario atender las ansiedades, el estrés y las preocupaciones que este trastorno autista provoca inevitablemente en la unidad familiar.

Hasta la fecha, ninguna terapia con medicamentos puede curar el trastorno del espectro autista. Pero algunos medicamentos pueden tratar algunos síntomas específicos, como las autolesiones, la agresión, los movimientos estereotipados y la hiperactividad.

Trastorno del espectro autista