Recurso terapéutico utilizado desde la antigüedad, la música contribuye al desarrollo de las personas autistas

La música se ha utilizado como posibilidad terapéutica desde la antigüedad. Sin embargo, su aplicación como profesión es muy reciente. La terapia de música tiene sus fundamentos teóricos en un carácter multidisciplinario, con estudios que van más allá del campo musical, e incluyen la psicología, educación, filosofía e incluso disciplinas biológicas. Musicoterapia para personas con autismo: sus elementos – ritmo, timbre, melodía y armonía –, sonidos y movimientos se aplican como una forma de intervención terapéutica de forma individual o en grupo.

Es importante señalar que la música no es, en sí misma, una terapia. Es una herramienta que, aplicada de forma sistemática por un profesional cualificado, puede posibilitar la consecución de objetivos terapéuticos. Estos objetivos son, por tanto, la gran diferencia entre la musicoterapia y la musicalización.

¿Cuál es la diferencia entre el trabajo realizado en las sesiones de musicalización y musicoterapia?

Mientras que la musicalización tiene como objetivo desarrollar el conocimiento musical, en la musicoterapia, la función educativa se expande para dar cabida a otros fines.

En cualquier caso, es innegable el potencial de la influencia de la música, que actúa constantemente sobre nosotros acelerando o disminuyendo los ritmos cardíacos, estimulando o relajando los nervios, incluso interfiriendo con el ritmo respiratorio.

Es un idioma universal, capaz de traspasar barreras culturales y lingüísticas. Por tanto, es una de las formas que adopta el ser humano para comunicarse y expresarse, incluso por personas que no hablan o hablan muy poco.

La musicoterapia puede ser individual o grupal, con intervención aplicada activa o pasiva

En el trabajo de musicoterapia, la música recibe un concepto diferente al que se encuentra comúnmente en libros y estudios, ya que la estética musical está en un segundo plano. Sus elementos – ritmo, timbre, melodía y armonía –, sonidos y movimientos se aplican como una forma de intervención terapéutica de forma individual o en grupo.

La práctica se puede realizar de dos formas diferentes. En su forma activa, la persona atendida interactúa jugando, bailando, componiendo o cantando. En la aplicación pasiva se busca una adecuada escucha musical con la intención de ofrecer alivio del dolor, relajación o reducción de la ansiedad, por ejemplo.

La musicalidad es inherente al ser humano y, por tanto, la terapia no depende de nociones formales previas

Los servicios de musicoterapia para personas con autismo no requieren una noción musical previa. Independientemente del bagaje de conocimientos formales, todos tenemos una musicalidad, ya que es una capacidad innata y constitutiva de la humanidad. Esta musicalidad natural permite a los profesionales del campo trabajar dentro del proceso terapéutico.

Las expectativas terapéuticas con la música con muy efectivas para ayudar a tratar los trastornos del lenguaje con personas con trastorno del espectro autista (TEA), ya que una de las prácticas, el canto, fomenta las funciones de emisión oral, ampliando las habilidades comunicativas.

Las experiencias de musicoterapia amplían la comunicación y desarrollan nuevas habilidades

Los estudios demuestran que el uso de la música ayuda en el desarrollo del aprendizaje de los niños autistas. Al investigar cómo puede ayudar en este proceso, se pudo observar que existe una expansión de la comunicación y las relaciones sociales.

Los maestros de niños con autismo informan que la música contribuye a un aumento en las habilidades y al desarrollo de habilidades. Además, señalan que la música también favorece el desarrollo intelectual y emocional de los niños con TEA.

Múltiples estímulos incluyen vocalización, procesamiento auditivo e interacción social

En las sesiones de musicoterapia, las personas con TEA se enfrentan a diferentes estímulos. Estimular la comunicación ayuda al proceso de desarrollo de la vocalización y el habla. Los estímulos sensoriales incluyen procesamiento auditivo, reconocimiento y discriminación de sonidos. Los estímulos motores provienen de la manipulación de instrumentos musicales y del movimiento del cuerpo. La estimulación cognitiva brinda propuestas de experiencias musicales que fomentan la atención, la concentración y la memoria. La estimulación social se produce mediante la promoción de actividades grupales.

A veces, las familias están preocupadas por el nuevo entorno o profesional que trabajará con el niño o joven con TEA, ya que puede haber rechazo o negación. Sin embargo, el instrumento musical puede actuar como una herramienta intermediaria, posibilitando el contacto inicial, además de ofrecer una práctica tangible y estructurada.

Cada persona responde específicamente a cada estímulo, por lo que no hay estandarización de resultados

Cuando la persona con TEA ya tiene predilección por la música, es posible jugar un papel reforzador cuando hay necesidad de organizar gestos y movimientos, inducir el contacto visual o incentivar algún cambio de comportamiento.

Además de la música, otro recurso utilizado para apoyar los servicios de musicoterapia para personas con autismo, son las señales visuales – imágenes físicas o digitales que se pueden utilizar para señalizar el entorno (indicando dónde se guardan los instrumentos musicales), para organizar un mural secuencial de las actividades que se realizarán, o incluso para que la persona autista comunique algo cuando quiera. La presencia de las pistas permite un entorno más estructurado y fomenta una mayor autonomía en las interacciones.

Es necesario destacar que las peculiaridades de cada persona deben tenerse en cuenta en las sesiones de musicoterapia para personas con autismo. En otras palabras, no se debe concluir que para toda la musicoterapia se obtendrá el mismo resultado, o conducirá a los resultados esperados en un tiempo predeterminado. Cada uno responderá según su singularidad.

Musicoterapia para personas con autismo