Espectro autista: qué es el trastorno del espectro autista o TEA
Dado que el autismo puede verse como un continuo de los más variados síntomas, el término trastorno del espectro autista (TEA) es más apropiado. Autismo: qué es.
Aproximadamente el 1% de la población está en el espectro autista. Pero, ¿dónde termina la supuesta “normalidad” y dónde comienza el espectro autista? ¿Quién tiene derecho a decidir cuándo una expresión de personalidad particular fluye hacia el espectro autista?
Las personas neurotípicas (personas no autistas) son más comunes en la sociedad, pero este hecho no las convierte en mejores personas.
En la práctica clínica, la peculiaridad se clasifica como un trastorno profundo del desarrollo y, a menudo, se hace una distinción entre síndrome de Asperger, autismo de la primera infancia y autismo atípico, que, sin embargo, no es de gran importancia para la intervención terapéutica.
El término autismo proviene del griego autos = auto (refiriéndose a uno mismo). La imagen de una persona solitaria y aislada, rara vez se corresponde con la realidad. No hay dos personas autistas iguales, y siempre fascina la diversidad de estas personas. Hay personalidades comunicativas y desinhibidas, por un lado, así como autistas cerrados y silenciosos por el otro.
Síntomas centrales del autismo
Todas las personas en el espectro del autismo tienen en común:
- Interacción social limitada.
- Comunicación verbal y no verbal limitada.
- Comportamiento repetitivo y / o insistencia en la uniformidad.
Posibles señales de alerta temprana
Posibles señales de alerta temprana (después del primer año de nacimiento):
- Poca preocupación por el entorno humano.
- Expresiones faciales inexpresivas o muecas sin fundamento.
- Mirar a través de las caras, en lugar de sonreír a sus cuidadores.
- Impresión de discapacidad auditiva, sin respuesta al propio nombre cuando se le llama.
- Retraimiento, aislamiento, prefiriendo estar solo.
- Sin imitación, sin necesidad de comunicarse.
- Apenas uso de gestos sociales (contacto visual, saludar con la mano, devolver la sonrisa…).
- Miedos infundados.
- Inquietud constante o urgencia interior.
- Fases notablemente activas o largas, inusualmente pasivas.
- Prefiere actividades estereotipadas y repetitivas.
- Interés por los objetos o detalles “sin sentido”, menor interés por las personas.
- Lamer, oler o tocar objetos.
- Anomalías sensoriales como sensibilidad al ruido, preferencia visual o sobreestimulación rápida.
- Insistencia en rituales y hábitos, pánico por el cambio.
- Berrinches inexplicables, agresión, comportamiento de autolesión.
- Señalar o gesto para satisfacer necesidades, no para llamar la atención.
- No hay alegría en compartir momentos o experiencias compartidas.
- Comprensión del habla limitada.
- Ecolalia: repetición de palabras escuchadas sin significado comunicativo (relevante a partir de los 36 meses).
- Inversión pronominal: habla de sí mismo como “tú” (relevante a partir de los 36 meses).
Autista: qué es el autismo
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