Los trastornos alimentarios en niños con autismo son difíciles de controlar en el día a día, y pueden durar años

Los niños con autismo son particularmente sensibles y, a menudo, se sientes abrumados por los estímulos externos. Y en todos los casos hay un mismo denominador común: los trastornos sensoriales. Y esto tiene un fuerte impacto en su vida diaria, incluida su alimentación. Trastornos alimentarios y autismo: los trastornos alimentarios en niños con autismo son difíciles de controlar en el día a día, y pueden durar años.

Una alternativa es realizar un balance de la situación observándolo y haciéndonos las preguntas adecuadas. Es habitual que los niños autistas tengan problemas de oralidad o fisiológicos (mala deglución, motricidad en la boca), que estén sujetos a hipersensibildiad / hiposensibilidad… Entonces, ¿qué dificultades tiene nuestro hijo en la mesa?

#1 Se siente abrumado por lo que le rodea, no puede quedarse en su silla

Consejo: hay que preparar el entorno

  • Sentarlo a la mesa en un lugar tranquilo.
  • Apagar la televisión (si supone una distracción).
  • Debe sentarse cómodamente (muchos niños se pasan el tiempo bajando de la silla y volviéndose a levantar, están muy agitados), especialmente los niños con problemas de concentración (TDAH). En este caso, un cojín con un respaldo podría ayudar.

#2 Tiene problemas de agarre, de motricidad fina

Consejo: darle las herramientas adecuadas

  • Usar una placa antideslizante.
  • Un plato con compartimentos.
  • Cubiertos especiales con mangos grandes o doblados para que le resulte más fácil sostenerlos.
  • Platos divertidos.
  • Un vaso con asa.
  • Un mantel individual.

#3 Come demasiado rápido, tiende a engullirlo todo

Consejo: dar porciones pequeñas

Los trastornos bucales se asocian a menudo con el autismo. Esto puede estar relacionado con hiposensibilidad (no se siente lleno, no siente saciedad) o hipersensibilidad en la esfera bucal (realmente no siente lo que se lleva a la boca y traga). También puede tener problemas de praxis (no mastica correctamente).

Una opción podría ser poner toda la comida en un plato aparte, y apartarlo. Recibe un plato más pequeño con mini porciones. Cada vez que termina, toma una nueva pequeña porción del plato grande.

Este truco puede permitirle comer más despacio, y hacer pequeñas pausas para que tenga tiempo de sentirse satisfecho. Además, poner a su lado un plato con toda la comida, tiene la ventaja de mostrarle la cantidad razonable que puede ingerir en cada comida.

Así se puede tener control sobre lo que come cuando el niño aún es pequeño. Pero el objetivo es prepararle para cuando crezca, para la adolescencia y la edad adulta, de modo que sea totalmente autónomo en este tema.

#4 Presenta casos de rigidez alimentaria

Los trastornos alimentarios en los niños pueden manifestarse por la selectividad alimentaria, o incluso por la rigidez alimentaria. El rechazo de ciertas texturas, de alimentos calientes o fríos, crudos o cocinados. ¿No le gusta (o no sabe) masticar? ¿Solo quiere una comida, siempre la misma?

Consejo: repetir un poco la diversificación de los alimentos

Volvamos a cuando el niño tenía 4-6 meses de edad. Volvamos a empezar desde el principio. Por lo general, les encantan los purés y las compotas. Así que sería conveniente ir poco a poco:

  • Pasar de puré suave a puré más consistente, y luego a trozos pequeños.
  • Comer con los dedos al principio. Aunque sea un niño grande, ¡no importa! Al menos se está acostumbrando a los alimentos que rechaza o desconoce. Poco a poco, empezará a aceptar estas nuevas texturas. Debemos intentar que toque la comida lo más posible.

Consejo: señalemos lo que le gusta y lo que no le gusta

Podemos seguir dándole los alimentos que le gustan como base principal, y agregar los alimentos que no le gustan muy mezclados, de modo que pasen desapercibidos en el plato. No es lo ideal, pero al menos está comiendo más variado, y estos nuevos alimentos se están convirtiendo en alimentos familiares para nuestro hijo.

Siempre seguiremos ofreciéndole alimentos que no le gustan, poniéndolos junto a su plato. Seguro que será un proceso largo, llevará meses. Pero vale la pena, porque un día u otro aceptará comerlos.

Si come puré de verdura, podemos ponerle fruta molida, ya que ni la verá ni la reconocerá. Poco a poco se irá acostumbrando. Sí, es muy largo, pero a veces es lo mejor que se puede hacer.

Consejo: utilizar la tabla de recompensas

Le ofreceremos comer su comida favorita si prueba una nueva. Quizá primero debemos enseñarle que lo importante es probarlo. Tiene derecho a que no le guste, pero debe probarlo. Sin embargo, hay que animarle, pero nunca forzarle.

Consejo: introducir un nuevo alimento cada semana

Colocar una foto del nuevo alimento en la nevera, y explicarle que esta semana será estupendo que lo probase. Para más diversión, podemos animarle a que lo prepare con nosotros.

  • Paso 1: toca la comida.
  • Paso 2: la pela o la corta.
  • Paso 3: se la lleva a la boca.
  • Paso 4: se la come.
  • Etcétera.

Continuemos así estableciendo una rotación con todos los productos rechazados.

El efecto de grupo, de hacer lo que hacen otros, puede motivarle… El hambre quizás también. Así, si estamos fuera (en un picnic, en una fiesta, en un resturante…) sabe que no va a conseguir ningún otro alimento, porque no estamos en casa. Entonces, es más probable que se decida por esos alimentos y los pruebe. Podemos asegurarnos de tener apartada comida de la que le gusta, para que no pase hambre.

Consejo: informar, comunicar, anticipar

Sólo quiere comer en casa, fuera es una pesadilla, se niega a cualquier cambio.

Las comidas en el comedor escolar, en el restaurante, en casa de la familia pueden ser una verdadera fuente de estrés y ansiedad. El más mínimo cambio, la menor modificación en la organización de la comida, en la presentación de los alimentos, puede hacer que se niegue rotundamente a llevarse nada a la boca, y puede ser seguido por una crisis.

Si nuestro hijo está con nosotros, debemos prepararlo todo lo posible, con días de antelación. El lugar al que vamos, con fotos, pictogramas… Y ese día, le damos solo lo que le gusta. No importa si no es muy equiibrado… ¡es solo por un día!

Si es en el comedor escolar, podemos comunicarlo en la medida de lo posible a la profesora o al personal del comedor, explicando que nunca deben forzar al niño. No debemos discutir ni chantajear, de lo contrario la comida se convertirá en un momento de conflicto para él, y solo irá a peor.

#5 Dificultad para controlar la sensación de hambre

Hay niños que no tienen sentido del hambre. Algunos pueden comer todo el día sin parar, y otros, si no se les dice, no comen en todo el día. Es muy complicado de gestionar.

Consejo: le hacemos comer a hora fijas

¡Nunca picar entre comidas! Si no ha comido en la comida anterior, le damos un pequeño refrigerio. ¡Pero eso es todo! ¡Nunca debe comer bocadillos entre comidas! Así, empieza a comprender que, si no estamos en la mesa, no estamos comiendo. No queremos darle el hábito de comer bocadillos. Nuestro objetivo, ya mencionado anteriormente, es prepararle para vivir solo, en completa autonomía. Por tanto, debemos incorporar este principio.

Consejo: involucrarle en la gestión de las comidas

Podemos configurar alarmas en un teléfono inteligente para alertarle sobre los horarios de las comidas, para que pueda sentarse a comer solo. También es recomendable utilizar pictogramas (que dejaremos sobre la mesa en su lugar habitual) con el orden de los platos. De esta manera, puede administrar su comida de forma independiente.

Rutina + Horarios fijos + Comidas en la mesa => Las 3 reglas esenciales.

El secreto es no rendirse, insistir, perseverar. Continuar presentándole nuevos alimentos, incluso si no está comiendo. Puede ser el mejor método. Pero no debemos forzarle. El niño lo sentirá y se relajará.

Roma no se construyó en un día. Hagamos lo mismo con nuestro hijo… ¡paso a paso!

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