Los problemas de alimentación son comunes en personas con un trastorno del espectro autista.

La proporción de personas con trastorno del espectro autista (TEA) afectadas por un problema de alimentación, depende de una variedad de factores, incluida la edad. Se dice que el riesgo de un trastorno alimentario es cinco veces mayor en personas con TEA. Autismo y trastornos alimentarios a menudo van de la mano: al menos cinco veces más riesgo en caso de autismo.

La selectividad alimentaria es el problema más común. Puede basarse en el tipo de alimento, textura, sabor, color… Otros problemas comunes incluyen:

  • Regurgitación o retención de alimentos en la boca.
  • Trastornos de la motricidad oral.
  • Problemas relacionados con el contexto de la comida: hora y lugar, presentación y servicio.

Como resultado, significativamente más personas con TEA desarrollan un trastorno alimentario. Aunque no todos desarrollan problemas preocupantes.

Un proceso complejo para todos los niños

Para los niños, comer y beber son procesos complejos. Además de satisfacer las necesidades fisiológicas, estos son también, desde una edad temprana, momentos cruciales para:

  • aprender a sentarse a la mesa,
  • desarrollar habilidades (por ejemplo, habilidades motoras orales),
  • pasar tiempo juntos y mejorar la comunicación,
  • descubrir percepciones sensoriales.

Para los niños con autismo, la situación puede ser aún más difícil, debido a la cantidad de estímulos.

Los problemas alimentarios relacionados con el autismo se pueden expresar de diferentes formas. Las personas con TEA a veces comen demasiado o muy poco, son sensibles a los olores, colores y texturas, se olvidan de comer y beber o, por el contrario, no tienen límites, consumen solo una cantidad limitada de alimentos, solo quieren comer en una habitación específica o junto a alguien a quien conocen…

Autismo y trastornos alimentarios: buscar la causa

Estos trastornos alimentarios tienen principalmente un gran impacto en la familia, y pueden ser estresantes y frustrantes. Para abordar el problema, se recomienda comenzar por realizar un análisis:

  • ¿De dónde viene?
  • ¿Cuáles son los factores psicológicos y fisiológicos subyacentes (problema de integración sensorial, gastrointestinal, relacionado con las funciones ejecutivas…)?

Es posible encontrar una solución. Pero esta observación y este análisis son esenciales. Como cada niño es diferente, la situación debe considerarse caso por caso. Por tanto, un enfoque individualizado es la opción más eficaz.

“No pongamos el listón demasiado alto”. Es mejor fijar metas a largo plazo, con hitos realistas y no demasiado ambiciosos. Para ayudar a os comensales quisquillosos en la mesa, aquí tenemos algunas cuestiones importantes:

  • Centrarse en lo positivo y reforzarlo.
  • Adoptar un enfoque individual adaptado a cada persona.
  • Trabajar de manera concertada con el niño en cuestión.
  • No preocuparse por las convenciones.
  • Determinar las necesidades individuales.
  • Adaptar regularmente nuestras expectativas.
Autismo y trastornos alimentarios a menudo van de la mano