TDAH y autismo: trastornos diferentes que pueden aparecer juntos

TDAH y autismo son trastornos diferentes, que pueden estar juntos y que afectan al desarrollo neurológico en la infancia.

Se habla mucho sobre la relación entre el autismo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Las diferencias a veces parecen sutiles, y las distintas personas con los dos trastornos dan la impresión de que siempre van juntas. Pero las particularidades de cada trastorno son parte fundamental para llegar a un tratamiento adecuado.

Tanto el TEA como el TDAH afectan el desarrollo neurológico, con signos visibles en la primera infancia. En ambos, las personas afectadas muestran falta de atención, disfunción social y un comportamiento difícil de manejar.

También confunde el hecho de que muchos niños autistas tienen síntomas de otras condiciones psiquiátricas. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5), alrededor del 70% de las personas con autismo pueden tener un trastorno mental asociado, que en el lenguaje médico se conoce como “comorbilidad”.

Luego volveremos a las definiciones de cada condición. El autismo, como hemos explicado en otras áreas de nuestro sitio web, se caracteriza por dos atributos: la dificultad en la interacción social y la comunicación, y la presencia de conductas restringidas y repetitivas.

En el TDAH, los rasgos principales son niveles excesivos de falta de atención, desorganización y / o hiperactividad-impulsividad. En otras palabras, la persona autista tiene dificultad para interactuar con los demás porque tiene una forma diferente de entender el mundo, mientras que alguien con TDAH suele ser descrito como un individuo que vive con la cabeza en las nubes, lo que también daña sus relaciones sociales.

A diferencia del TEA, la persona con TDAH no tiene enfoque

La insuficiencia social y el consiguiente rechazo que sufre la persona hiperactiva es, en esencia, bastante diferente a la falta de interés por la implicación social y las pistas comunicativas de las personas en el espectro autista. Y la mejor manera de diferenciar las condiciones es observar los elementos principales del TDAH: atención e hiperactividad.

La persona con TDAH tiene dificultad para mantener la atención en diferentes ocasiones, incluidas clases y conversaciones, debido a la falta de concentración. Por otro lado, el obstáculo en TEA es no saber interactuar. Otros síntomas del TDAH, específicamente relacionados con la atención, son:

  • No prestar atención a los detalles, o cometer errores por descuido.
  • No seguir las instrucciones hasta el final y no completar las tareas.
  • Dificultad para organizar actividades y cumplir con los plazos.
  • Faltan cosas necesarias para las tareas.
  • Distraerse fácilmente por estímulos externos.

La hiperactividad del TDAH es similar a la ansiedad por autismo

En el contexto de hiperactividad-impulsividad, la persona con TDAH a menudo tiene dificultades para permanecer quieta (ya sea sentada o en fila) y, por lo general, se mueve inquieto o golpea ligeramente con los pies y las manos.

Estos comportamientos pueden confundirse con la ansiedad de los niños con TEA, especialmente en momentos en los que su rutina se rompe, o cuando los estímulos externos afectan sus sentidos. La hiperactividad en el TDAH también se manifiesta por:

  • Correr o trepar en situaciones inapropiadas.
  • No poder jugar o participar en actividades de ocio con calma.
  • Dar una respuesta antes de que se complete la pregunta.
  • A menudo interrumpe o se entromete en conversaciones.

Una última similitud: tanto el diagnóstico de TEA como el TDAH no se confirman mediante pruebas de laboratorio o de imágenes. El proceso adecuado es la evaluación clínica realizada por especialistas, con la ayuda de cuestionarios estandarizados y validados.

Ambos trastornos requieren un tratamiento por parte de múltiples profesionales (acompañado de diferentes profesiones, como médicos y psicólogos) y, en ocasiones, medicamentos para el TDAH. En los casos en los que el TEA ocurre de forma aislada, el tratamiento se basa en la terapia conductual, y no implica medicación. Pero, en ambas situaciones, el diagnóstico precoz y el seguimiento por profesionales cualificados es fundamental para la calidad de vida del paciente.

TDAH y autismo